Este artículo es un recordatorio de anécdotas que han perdurado hasta nuestros días, las de un entrenador que ha marcado una época dentro del fútbol español, tanto por sus conocimientos futbolísticos como por su fuerte carácter que le ha llevado a tener, tanto detractores como seguidores, en el ámbito social como en el periodístico y por supuesto en el mundo del fútbol en general.
De lo que no cabe la menor duda es que Luis Aragonés ha sido único e irrepetible.
Genio y figura hasta la sepultura. Aragonés fue un líder como futbolista y traspasó ese carácter de mando para ser entrenador. Colgó las botas en el Calderón para ser inmediatamente técnico del Atlético, se reía, porque los que fueron sus compañeros ahora estarían, todavía más, a sus órdenes.
Ya dirigía al equipo como centrocampista y lo pasaba a comandar como técnico.
Su capacidad para convencer a un jugador de su valía era única, infinita.
He aquí un ejemplo:
Luis le cogió de frente y le dijo: «Usted tiene calidad para llevar la batuta de este equipo».
Se lo decía a Landáburu constantemente y el futbolista aguantó el chaparrón del público y creyó en su preparador. Era verdad, pero al final de temporada le dijo: «Míster, estoy hasta los … de usted, me voy de vacaciones».
Le había ganado como comandante del Atlético en el césped.
Aragonés era duro, de fuerte carácter y los jugadores bromeaban en los entrenamientos a escala interna.
Todos se callaban, reían por dentro, Luis también. Había sido cocinero, (futbolista) antes que fraile, les seguía el juego.
La final de la Recopa de Europa, temporada 1985 / 1986, en Lyon:
El altletico de Madrid se enfrentaba ante el Dinamo de Kiev de otro mito del fútbol, «Valery Lobanovsky».
Para estudiar a su rival, Luis se desplazó hasta la capital ucraniana.
De repente, de un Mercedes negro que le llevó hasta el borde del campo, se bajó Lobanovskyi.
La plantilla empezó a trabajar con carreras, ejercicios físicos y con balón. De repente, el entrenador comenzó a dar palmadas con distinta frecuencia.
A cada una, los jugadores comenzaban a hacer movimientos con y sin balón que dejaron a Luis impresionado.
“Vámonos, que perdemos seguro, pero no les cuentes nada a los chicos antes de la final”.
A Luis le echó Jesús Gil en 1987.
A gritos, se enfrentaron dos trenes ,el choque fue brutal.
Años más tarde, el presidente del Atlético le fichó como entrenador y Luis volvió a crear un Atlético enorme.
Era un preparador exigente.
Quería que Futre, fichado por Gil en el 87, rindiera más, especialmente a domicilio y tuvo varios enfrentamientos con él.
Futre le ha ensalzado siempre como entrenador. Era uno de los más serios que ha tenido en su carrera.
También con los periodistas tenía sus mas y sus menos:
En sus ruedas de prensa se encaraba con algunos periodistas. Después decía. «Vámonos todos a tomar un aperitivo». Recuerdo que Alberto Polo, de Marca, chocaba con él. Pero terminado el trabajo con los periodistas, no tenía resquemor con nadie.
Su etapa en el club azulgrana tuvo un sabor agridulce, pero nunca renunció a su personalidad, a dar la cara por sus jugadores, aunque ello supusiera su despido.
Perdida la Liga, con Alexanco como jefe de la defensa, Luis cogió aquel Barcelona y lo hizo campeón de Copa con un gol precisamente de Alexanco frente a la Real Sociedad en el Bernabéu.
Le salvó la temporada, pero José Luis Núñez no le renovó.
Luis apoyó a la plantilla azulgrana en el «motín del Hesperia», liderado por veintidós futbolistas que pidieron la dimisión de Núñez por un problema con sus contratos de imagen ante Hacienda, campeón de Copa, Núñez echó a Luis y fichó a Cruyff.
Luis era capaz de comer con el entrenador del rival y estar diez horas seguidas, picando y hablando de fútbol.
Era compañero y profesional antes que adversario.
Su personalidad destacó en todos los sitios.
«Míreme a los ojitos». No se casaba con nadie. El brasileño era un ídolo y Luis le espetó al futbolista y al club que no podía alinearle como titular cuando salía por la noche y todos los sabían:
«Con qué cara me presento ante la plantilla y digo que juegas tú», le dijo a Romario.
Su duelo con Eto’o en el año 2000, al frente del Mallorca, también pasó a la historia por su forma de demostrar quien mandaba.
El camerunés se quejaba en el banquillo yel entrenador se agachó, le cogió de la camiseta, le zarandeó y le dijo que dejara de lloriquear. Le dio una lección de respeto a sus compañeros. «Casi le pego», dijo el técnico, que ya le había zarandeado unos días antes en otro incidente similar.
Samuel le ha considerado siempre su «abuelo», el hombre que le enseñó a ser persona y futbolista.
Su forma de animar a Reyes para inyectarle confianza fue un ejemplo de su estilo para levantar a sus futbolistas y hacerlos grandes.
No era un comentario racista, sino de reafirmación del jugador sevillano, pero los puristas le crearon un problema internacional que Aragonés resolvió con el título de la Eurocopa en 2008.
Con la selección también mostró su personalidad y su sentido del humor:
Este incidente con la selección ocurrió cuando rompió un teléfono tirándolo al suelo e hizo troncharse de risa a todos sus jugadores.
En plena charla, sonaba uno. No sabía de quien era. Buscaba y buscaba. Nada. Seguía sonando. Fue el suyo.
Lo cogió y lo estrelló en el suelo.
Muchos opinaban que ya era un entrenador viejo, desfasado, nada mas lejos de la realidad.
Estaba al tanto de todas las modernidades para trabajar mejor.
Precisamente, Guardiola, el dios convertido en entrenador, se inspiró en un método informático, el ER1C, que Aragonés utilizaba para estudiar a los rivales.
Era de carácter fuerte, estallaba y al minuto te decía de ir a tomar una cerveza y hablar de fútbol.
Chulesco, con gracejo, era un hombre bueno que deseaba esconder esa bondad con esa imagen de tipo duro.
Fue el que decidió que los jugadores de calidad españoles, aunque fueran bajitos, debían dar el toque y la personalidad del fútbol español en la selección.
Que había que vivir y morir con nuestro estilo de juego, con la clase de nuestros jugadores.
Convenció a Xavi de ello.
Tardó años en conseguirlo. Lo consiguió.
Ganó la Eurocopa 2008 y abrió el camino de la confianza en nosotros mismos para celebrar el Mundial y la Eurocopa 2012.
Selló el estilo de esta España número uno del mundo.
Él es el culpable.